Saltar al contenido

Un mechón de pelo de un antiguo chamán revela cómo los habitantes de Menorca ya tomaban drogas hace 3.000 años | Ciencia

En 1995, los espeleólogos Pere Arnau y Josep Márquez descubrieron un pequeño agujero en el desfiladero de Algendar, en Menorca. Tras despejar la entrada, encontraron una cueva con decenas y decenas de restos humanos en su interior. Arqueólogos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) los sustituyeron e iniciaron una excavación que sigue dando frutos. Contaron los huesos de 210 personas depositados allí hace unos 3.500 años y a lo largo de los seis siglos siguientes. Cuando la exploraron, encontraron siete cámaras, algunas con espectaculares estalagmitas y estalactitas (ver imagen inferior). Pero les impresionó especialmente la cámara llamada 5. Situada en una especie de segundo nivel, por encima de la cámara 6, es muy difícil de alcanzar incluso para un espeleólogo. «Apenas se ve. Si quieres esconder algo, es el lugar perfecto», dice Cristina Rihuete, arqueóloga del Departamento de Prehistoria de la UAB. Y allí, enterrados bajo una capa de arcilla, encontraron una docena de vasijas decoradas y, en su interior, mechones de pelo. Ahora, el análisis químico de uno de ellos revela que el portador de esos cabellos consumía drogas alucinógenas y psicoactivas.

«Utilizaban la cueva como tumba. Cuando moría un miembro del grupo, dejaban su cuerpo en la entrada hasta el siguiente enterramiento», explica Rihuete, que hizo su tesis doctoral sobre Es Càrritx, como se la conoce, hace un cuarto de siglo y que ahora es coautora del estudio sobre los mechones, publicado hoy en la revista Informes Científicos. En un momento no especificado, la cámara 1, la cámara de entrada, también se convirtió en el punto de partida de un intrigante ritual. En un tratamiento post-mortemalgunos de los enterrados se teñían el pelo de rojo (no está claro si se trataba de ocre mineral o de rojo vegetal obtenido, por ejemplo, del boj balear). Una vez teñidos, cortaban los mechones, los doblaban y los colocaban en recipientes de madera o en los cuernos de algún herbívoro.

Cuando descubrieron los mechones, no existían las tecnologías que hoy permiten a los forenses obtener mucha información de un solo pelo. A diferencia de los arrancados a Beethoven, que permitieron estudiar a fondo sus enfermedades, los escondidos en Es Càrritx habían sido cortados, lo que dificultó la recuperación del ADN, que se concentra en la raíz. Sin embargo, cuentan toda una historia. Aquí es donde interviene Elisa Guerra, arqueóloga de la Universidad de Valladolid, primera autora del estudio y experta en el consumo de drogas en la Antigüedad. Con la colaboración de expertos de la UAB y del químico arqueólogo de la Universidad de Chile, Hermann Niemeyer, pudieron analizar el pelo en busca de drogas.

Encontraron restos de tres sustancias psicoactivas: atropina, escopolamina (comúnmente conocida como burundanga) y efedrina. Las dos primeras son Alcaloides tropánicos que son producidos de forma natural por numerosas plantas. La atropina (y la hiosciamina, que es químicamente casi idéntica) se encuentra en la belladona y en la flora local menorquina, como el estramonio y el beleño blanco. En la isla también florece la mandrágora de otoño, de la que puede proceder la escopolamina. Este grupo de alcaloides actúa sobre el sistema nervioso central y son las llamadas drogas delirantes, que provocan alucinaciones, confusión, alteración de la percepción o comportamiento desorganizado. La efedrina, utilizada hoy en día en muchos medicamentos antigripales, se obtiene de otro arbusto mediterráneo, la efedrina. Ephedra fragilis.

«Había pruebas indirectas de consumo de sustancias psicoactivas. Pero ésta es la primera prueba directa hallada en humanos en Europa».

Elisa Guerra, arqueóloga de la Universidad de Valladolid

‘Había pruebas indirectas, restos en vasijas, plantas en yacimientos, del consumo de sustancias psicoactivas incluso mucho antes. Pero ésta es la primera prueba directa hallada en humanos en Europa», afirma Guerra. Las concentraciones que hemos encontrado en el pelo implican que se trataba de un consumo prolongado y continuo», añade. ¿Por quién? No es fácil aclarar este punto después de 3.000 años, pero los autores de la investigación tienen una hipótesis bien fundada. Cortar y esconder sólo diez frascos de esclusa cuando había 210 personas en la necrópolis indica que eran especiales por alguna razón. «Por el tamaño de las casas, el ajuar funerario y otros datos, no se pudo determinar que hubiera estratificación social por riqueza o clase en la isla en aquella época», afirma el científico de la Universidad de Valladolid. «Hay otra razón. En una cueva cercana se encontraron figurillas mitad humanas y mitad animales que indican la existencia de especialistas religiosos», añade, y concluye con otro argumento: «Estas sustancias son peligrosas, se necesitan conocimientos para prepararlas y utilizarlas.» Todo esto lleva a los autores del estudio a sostener que el cabello pertenecía a un chamán.

Leer también:  Los controladores denuncian el mal estado de la torre menorquina

Jordi Tresserras, arqueólogo de la Universidad de Barcelona, está de acuerdo con la idea de un chamán. ‘Eran personas que se dedicaban a la medicina, a tratar dolencias físicas y del alma’, dice Tresserras, que no está relacionado con esta investigación, aunque ha dedicado gran parte de su carrera a estudiar el consumo de drogas en el pasado. Hay ejemplos de uso recreativo, por ejemplo en Egipto, pero generalmente su consumo estaba ritualizado y contextualizado, reservado a personas especiales, como los chamanes», añade.

La cueva de Es Càrritx tiene siete cámaras. En la primera y más exterior se encontraron los restos de 210 personas. En la quinta, de difícil acceso, se guardaban mechones de pelo en recipientes de madera de olivo.ASOME-Universidad Autónoma de Barcelona

Por su parte, la arqueóloga de la Universidad de Munich Vanessa Linares destaca que el análisis químico del pelo es la gran aportación de este trabajo: «Podemos obtener información sobre el consumo de drogas en la antigüedad a través de documentación histórica y escrita, como las tablillas sumerias de arcilla de Nippur de hace 5.000 años (que es uno de los documentos más antiguos, si no el más antiguo, sobre el cultivo de opio), a través de restos botánicos antiguos, caries dentales, análisis químicos de artefactos o el estudio de residuos en vasijas de cerámica». Pero añade: «El aspecto realmente interesante y novedoso de este estudio es que lleva el análisis químico un paso más allá, ya que han podido utilizar técnicas modernas de análisis forense de drogas y aplicarlas al cabello humano antiguo. Este estudio tiene la rara oportunidad de conservar un antiguo cabello humano y también, afortunadamente, de conservar biomarcadores psicoactivos».

«Las pruebas del uso de plantas psicoactivas son tan difíciles de encontrar en Occidente como lo eran en el Nuevo Mundo, donde los aztecas consumían peyote, setas y gloria de la mañana».

Nicholas R. Longrich, biólogo evolutivo de la Universidad de Bath

El descubrimiento de la cueva de Es Càrritx, su pelo y sus drogas, es excepcional, pero para el biólogo evolutivo de la Universidad de Bath, Nicholas R. Longrichno debía de serlo en aquella época. «En general, es bastante difícil encontrar pruebas de una cultura de consumo de plantas psicoactivas en Occidente en la misma medida que, por ejemplo, en el Nuevo Mundo, donde los aztecas consumían peyote, setas y gloria de la mañana. Pero es posible que estos rituales estuvieran antes más extendidos y luego desaparecieran con la difusión del cristianismo», afirma en un correo electrónico. Para Longrich, que ha investigado y escrito sobre las sustancias psicoactivas y la evolución humana, ‘hay muchas especulaciones sobre algunos de los rituales y cultos de la antigüedad; si estos cultos religiosos, rituales y oráculos utilizaban drogas, no estamos realmente seguros de qué utilizaban’. Esto es lo que Longrich destaca del trabajo de Menorca: «¿Podría ser la Datura una droga? [género de plantas que contienen los alcaloides hallados en el cabello] ¿ser una de las sustancias utilizadas en la antigüedad? Es difícil decirlo, pero plantea algunas cuestiones interesantes. El estudio es interesante porque plantea la posibilidad de empezar a responder a algunas de estas preguntas mediante la identificación de estos compuestos.

Leer también:  Vox promueve el "desarrollo sostenible" en Menorca con la Agenda Urbana

Queda por responder una última pregunta: ¿por qué ocultaban el pelo del chamán después de pintarlo y cortarlo? Rihuete sostiene que, junto con el abandono de la cueva como necrópolis, Menorca y el resto de las Baleares estaban experimentando una transición (que también se produjo en el resto de Europa), aunque con sus propias peculiaridades locales. Era el final de una era, la de la Edad de Bronce», afirma. La cultura existente fue sustituida por otra, responsable de elevar el nivel de vida de un pueblo. las torres conocidas como talayot y allanando el camino a una nueva era, afirma. «El mundo de los talayot estaba organizado de forma diferente, más ligado al territorio que a la comunidad con los antepasados. En este nuevo mundo en el que los muertos ya no son importantes, alguien, o algunas personas, han escondido mechones de pelo», concluye.

Puedes seguir MATTER a Facebook, Twitter e Instagramo suscríbete aquí para recibir nuestro boletín semanal.


Y para profundizar en el tema aquí la fuente

Periodista en Gaceta Balear

Martina Rodríguez es periodista española nacida en Mallorca, España, en 1965. Comenzó su carrera trabajando como reportera local para el Diario de Mallorca. En 1993, fue contratada por el periódico nacional El País, donde trabajó como corresponsal en la oficina de Madrid. También ha trabajado como periodista independiente para varias publicaciones, incluyendo El Mundo y The Guardian. En los últimos años, ha sido colaboradora habitual de la revista online Gatopardo.

Leer también:  Sant Lluís ofrecerá taxis gratuitos para desplazarse del pueblo a las afueras en temporada baja

Rodríguez está considerada como una de las principales periodistas españolas. Ha ganado varios premios por su trabajo, entre ellos el Premio de la Asociación de la Prensa de Madrid (2003) y el Premio Nacional de Periodismo (2007). En 2010 recibió el prestigioso Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades.

Rodríguez también ha participado activamente en la promoción de la libertad de prensa y la libertad de expresión en España. En la actualidad colabora con el diario de las islas baleares: Gaceta Balear.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *