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Menorca, la isla de lurre y la gravitas de Eduardo Chillida

29 de diciembre de 1989, Eduardo Chillida firmó la escritura de compra de la finca Quatre Vents en Alcalfar, Sant Lluís, junto con otras dos fincas colindantes en Alcalfar Vell, con una superficie de 82.382 metros cuadrados. Quatre Vents se convirtió en elsegunda residencia de la familia Chillida Belzunce.donde el escultor pasó sus veranos hasta casi su muerte en 2002 y creó hasta 54 lurre, unos 30 grabados y varios dibujos, que forman parte de la producción artística del genial artista vasco.

La trayectoria personal y profesional de Eduardo Chillida (1924-2002) se movió entre 1988 y 2002 en una isla mediterránea de la que se enamoró literalmente cuando, hace treinta y cinco años, conoció Menorca por su amistad con el ingeniero y colaborador en sus obras públicas José Antonio Fernández Sánchez, que también tenía casa en la isla desde 1984. «Chillida llegó a la isla junto con José Antonio, vino con su mujer Pilar Belzunce y al poco tiempo decidieron construir una casa, era na Pili, ella era tan importante como Eduardo, era una persona maravillosa. Encontraron la casa muy rápido, tenían una familia tan grande y por eso necesitaban una casa grande, que era Quatre Vents, que pertenecía al futbolista del Barça Estanislao Basora, lo cual es curioso porque Eduardo también era futbolista, concretamente portero de la Real Sociedad», recuerda el escultor Rafael Trénor, amigo de Chillida y Fernández Sánchez.

Eduardo Chillida

Taller

Además de la residencia de verano, Chillida transformó Quatre Vents en su estudio de trabajoporque nunca dejó de trabajar durante los meses que pasó en la isla. El escultor intentó construir un edificio para convertirlo en taller, pero no pudo hacerlo porque las normas urbanísticas no lo permitían. Así fue como Chillida habilitó un espacio en el gran jardín de la finca para realizar sus creaciones más personales e íntimas, los lurres y las gravitas, sobre todo en torno a una gran estatuilla bajo la que tenía una mesa de trabajo en la que trabajaba muchas horas al día.

Les Los lurre son bloques de barro hechos con tierra calentada. que soporta temperaturas de secado de 1.300 grados centígrados y adquiere una dureza granítica. Los descubrió durante una de sus estancias en la Fundación Maeght, situada en St Paul de Vence, ciudad de la Provenza, cuando el ceramista Hans Spinner modelaba estos bloques de barro sobre azulejos para un mural de Joan Miró en los años setenta.

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MENORCA - ANIVERSARI â Lâany a punto de acabar sâhan complert dues dècades de mort de lâescultor basc Eduardo Chillida que entre 1988 i 2002 va mantenir un idilÂ-li amb Menorca, on va tenir una segona residència a Alcalfar.Lâilla de les l

El centro cultural de Alaior inaugurará una exposición de lurres en 2010

Spinner colaboró con el escultor vasco durante muchos años y, de hecho, todos los años viajaba con su furgoneta a Menorca para trabajar con Chillida en Quatre Vents, donde cavaba la tierra para hacer las lurres y, cuando se marchaban en octubre, la dejaba cubierta con moldes de plástico mojados en agua para mantenerla húmeda. La cocción de los 54 lurres creados en Menorca tuvo lugar en un horno que Spinner tenía en la localidad francesa de Grasse, ya que Chillida nunca obtuvo permiso municipal para construir un gran horno en la casa de Alcalfar.

Por otra parte, la Las gravitaciones están hechas a mano, recortadas, cosidas y encuadernadas.algunos más blancos y otros con formas negras, «relieves escultóricos», como dijo el historiador del arte Kosme de Barañano, que Chillida presentó por primera vez en la Sala Cellini de la Galería Theo de Madrid en febrero de 1988.

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La exposición también incluía grabados del artista.

En el verano de 1993, Chillida había creado 16 gravitaciones en Alcalfar y cuatro años más tarde otras 14, junto con 11 lurres. De las 14 gravitaciones, «algunas ya mostraban un nuevo y más complejo sistema de organización del papel, algunas de las cuales no son de lápiz, sino que tienen otras partes en su interior», según Barañano.

Excursiones

Chillida no era un amante de las fiestas ni de las reuniones sociales, sino más bien un persona familiar que se reunía con sus amigos para hablar de su trabajo y de otros asuntos.. En los primeros años, cuando él y su familia establecieron su segunda residencia en la isla de Chillida, solían hacer excursiones durante el verano para conocer un lugar que le fascinaba; le gustaba visitar las rocas, los poblados talayóticos y otras zonas naturales de la geografía de la isla. «Todos los años hacíamos una o dos excursiones por la isla, yo me ponía al volante de su furgoneta y él se sentaba a mi lado. Las excursiones fueron variadas, primero fuimos a ver las rocas, como s’Hostal, las rocas le dejaron maravillado, porque al fin y al cabo es una escultura, es un arte involuntario, las rocas de Menorca son una cosa prodigiosa, también me influyeron mucho para el Ànima del Món. La que más nos gustó fue la cantera de Binicalsitx, cerca de Ferreries, son todas perfectas, escaleras que van a ninguna parte…. También fuimos a ver la de Santa Ponsa y la zona de Favàritx, y me fascinaron las taules, la naveta des Tudons y los talayots», recuerda Trénor.

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Otro de los lugares que visitó Chillida fue el monte El Toro, donde Trénor recuerda un episodio que refleja el pensamiento del escultor vasco: «Un día fuimos a El Toro, y él afirmaba que el horizonte era elíptico y yo le dije que no, que el horizonte era circular. Y aquel día, cuando fueron a El Toro, me dijo: ‘Ahora sé por qué decís que la bifurcación es circular, aquí en la isla la bifurcación es circular’. Toda su vida había creído que la bifurcación era elíptica y eso le había acompañado, mientras que aquí se dio cuenta de que la bifurcación era circular, lo que comprendió en Menorca», asegura.

Mostrar

L’En el verano de 1995, Maó acogió la única exposición de obras de Chillida en vida en la Illaorganizada por Sa Nostra, que en enero y febrero del mismo año pudo verse en Palma, con la colaboración de la Galería Barcelona. «La exposición de Chillida en Maó, con el lurre y la gravitas, llegó a través del centro cultural Sa Nostra de Palma, que había preparado una exposición con la intención de adquirir una obra de Chillida por la relación que tenía con las islas, Dio la casualidad de que era una obra grande que al final no fue adquirida por Sa Nostra», recuerda Juan Elorduy, que fue director de los salones culturales de Sa Nostra en la isla.

Chillida no asistió a la inauguración de la exposición en Maó, porque dijo que gozaba de un anonimato absoluto en la isla, algo que no tenía en el País Vasco, razón por la que su mujer Pilar Belzunce, una hija y el galerista de Barcelona, entre otros, estuvieron presentes en el acto, pero sí participó en un debate posterior. «Era una persona fascinante, un gran conversador, explicaba cosas, tenía contactos con gente y anécdotas de todo el mundo, era realmente excelente como persona, una de esas personalidades que te impactan», recuerda Elorduy, que también señala que «en la isla era feliz rodeado de toda su familia, del mar, de la huerta, habló de la huerta en varias ocasiones, e incluso hay un vídeo hecho por su hija en el que dice que lo más bonito de Menorca es la huerta.» Años más tarde, hizo el Elogi de l’Horitzó en Astúries, allí en Gijón, una de sus obras más conocidas, que también podría haber hecho aquí, en Menorca, porque era lo que le había llamado la atención».

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Periodista en Gaceta Balear

Martina Rodríguez es periodista española nacida en Mallorca, España, en 1965. Comenzó su carrera trabajando como reportera local para el Diario de Mallorca. En 1993, fue contratada por el periódico nacional El País, donde trabajó como corresponsal en la oficina de Madrid. También ha trabajado como periodista independiente para varias publicaciones, incluyendo El Mundo y The Guardian. En los últimos años, ha sido colaboradora habitual de la revista online Gatopardo.

Rodríguez está considerada como una de las principales periodistas españolas. Ha ganado varios premios por su trabajo, entre ellos el Premio de la Asociación de la Prensa de Madrid (2003) y el Premio Nacional de Periodismo (2007). En 2010 recibió el prestigioso Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades.

Rodríguez también ha participado activamente en la promoción de la libertad de prensa y la libertad de expresión en España. En la actualidad colabora con el diario de las islas baleares: Gaceta Balear.

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