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Menorca exporta colmillos tóxicos

El conseller de Medio Ambiente de la isla fingió que no había pasado nada y el ministro del Gobierno tiró los montones, mientras que el alcalde de Ferreries fue el único cargo público de Menorca que empatizó con la desesperación del alcalde de Nerva, que se enteró por la prensa menorquina de que 3.200 toneladas de colmillos tóxicos estaban a punto de ser enterradas a setecientos metros de las casas de sus habitantes. Un pueblo engañado por promesas políticas anuncia el cierre de un abocado que se ha convertido en el peor de Europa, mientras la empresa que gestiona la planta sigue aceptando nuevos pedidos. La primera, de la antigua depuradora de aguas residuales de Ferreries.

El 1 de febrero, el mismo día en que se aprobó en el Parlamento la ley de la Reserva de la Biosfera, entre las llamas y los abrazos de nuestros políticos, salía discretamente del puerto de Maó un barco lleno de tierra negra trufada de metales pesados, herencia de años de vertidos incontrolados de la industria bisutería de Keygueram. La isla verde que no sabía cómo gestionar sus residuos, ahora los envía a los vertederos. Una operación pagada por los ciudadanos para no desanimar a los empresarios responsables.

Cuando el gobierno de Bauzá descubrió la sorpresa tóxica en el fondo de las lagunas, inició el proceso de confinamiento del lodo con un sarcófago de formigou. El proceso fue continuado por el nuevo ejecutivo del Pacto hasta 2017, cuando se anunció un cambio de planes: los lotes se enviarían a la Península para su tratamiento. Ahora nos enteramos de que para tratarlos era necesario enterrarlos de la misma manera, pero más al sur.

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Esto se vendió a la opinión pública como un éxito político de la entonces presidenta Maite Salord y del asediado Josep Carreres. El final de la historia fue feliz para Ferreries, pero no para Nerva. Una ciudad en la que cada vez vive menos gente debido al abanico que los menorquines ayudaron a hacer un poco más poblado.

Y para profundizar en el tema aquí la
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Periodista en Gaceta Balear

Martina Rodríguez es periodista española nacida en Mallorca, España, en 1965. Comenzó su carrera trabajando como reportera local para el Diario de Mallorca. En 1993, fue contratada por el periódico nacional El País, donde trabajó como corresponsal en la oficina de Madrid. También ha trabajado como periodista independiente para varias publicaciones, incluyendo El Mundo y The Guardian. En los últimos años, ha sido colaboradora habitual de la revista online Gatopardo.

Rodríguez está considerada como una de las principales periodistas españolas. Ha ganado varios premios por su trabajo, entre ellos el Premio de la Asociación de la Prensa de Madrid (2003) y el Premio Nacional de Periodismo (2007). En 2010 recibió el prestigioso Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades.

Rodríguez también ha participado activamente en la promoción de la libertad de prensa y la libertad de expresión en España. En la actualidad colabora con el diario de las islas baleares: Gaceta Balear.

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