Los fondos del Museo de Menorca han valido un poco más de valor en las últimas semanas. Y esto no es gracias al resultado de los trabajos de excavación realizados durante la temporada de verano en la Isla, una de sus principales fuentes de alimento, sino al traslado realizado por un particular, Ricardo Busutil. Un coleccionista que se encargó de dar continuidad a una actividad que se inició a principios del siglo pasado y que ahora siente que ha llegado el momento de cambiar algunas de sus tesoros de manos.
Busutil se da cuenta de que, además del valor de las 120 piezas que donó, las tiene, que pretende enviar un mensaje que tendrá un impacto positivo en el patrimonio. «Es una pena que las colecciones se vendan y por tanto sus piezas se separen; Es importante conocer gente ”, admite el coleccionista, que ha visto cómo sus gadgets han ido creciendo con el tiempo a través de adquisiciones a particulares y anticuarios, gracias a su gran amor por la historia.
El próximo miércoles se dio a conocer a la prensa algunos de los 122 objetos arqueológicos donados al Museo de Menorca, la entidad cultural que ahora liderará el análisis, catalogación y exhibición en sus exposiciones. Desde el espacio protegido por los elementos, promueven que se expondrán en los showrooms temporales una vez finalizadas estas obras y restauradas las piezas.
El conjunto de elementos está compuesto fundamentalmente por cerámica y pequeños objetos de bronce, aunque también hay piezas de vidrio y piedra. En cuanto a la cerámica, explican desde el Museo que el luces de diferentes épocas (púnica, romana, islámica y moderna). Los objetos metálicos están representados por una colección de anillos y una hebilla de cinturón del período bizantino y peroné de bronce del período romano.
Según el propio Busutil, el arco temporal de los objetos arqueológicos es muy amplio, ya que abarca desde la época romana hasta el siglo XIX. Una colección cuyo valor radica precisamente, como recuerda, en la variedad y posibilidad de poder «tapar varios huecos» en las colecciones del museo.
Lo que el coleccionista había querido durante mucho tiempo era la cesión, no la donación. Y el acto de entrega, que está relacionado, es algo así como un «proceso de dolor». Algo que ya se ha superado, y compensado durante mucho tiempo al poder compartir ese contenido: «Ya lo disfruto y ahora es el momento de que otros lo hagan». Busutil sabe que las nuevas generaciones ya no “les dan importancia por las cosas”, por eso cree que es vital concienciar para que las colecciones no se vendan ni se deshagan. “El patrimonio de Menorca es pequeño y si además se comparte, es una lástima”, dice el coleccionista, que considera que los museos son el lugar para guardar y distribuir.