La hilandera Antonia Ribas Gibert está contenta porque una vez más puede mostrar a los visitantes el arte de hilar la lana. Lo hace en el mercadillo de artesanía que se celebrará durante todo el fin de semana en la avenida Abel Matutes de Ibiza, dentro de los actos organizados con motivo del Día de Baleares. La lana es bastante barata porque procede de mis ovejas», dice divertida. A quien le pregunta, le explica detenidamente todo el proceso: desde hilar la lana hasta hacer un par de calcetines.
Es un proceso que conoce muy bien porque ella y sus hermanas lo aprendieron de su madre. «Con todas mis hermanas, de pequeñas, lo aprendimos», dice Antonia, que espera que alguna de sus sobrinas se interese por esta técnica para que nunca se pierda.
A su lado, todavía vestida de campesina, Luisa hace una gran cesta. «Al final me quedó un poco pequeño porque quería que me sirviera para llevar leña», dice esta mujer, que señala que el esparto que utilizan es «mejor para trabajar porque viene de Ibiza y es más fino».
Los alumnos de la asociación Eines i Feines también trabajan incansablemente para hacer llata. Twinky, una de las participantes en el mercadillo artesanal, muestra una de las botellas cubiertas de esparto, a la que incluso ha bautizado con el nombre de María y a la que ha puesto una especie de emprendada pagana. Como ella misma explica, «a todas les doy un nombre».
Se da cuenta de que le gustaría que una de estas piezas formara parte de un escaparate en una joyería tradicional, donde se suelen utilizar este tipo de elementos. «Hacer orfebrería es una terapia. En el grupo hay mujeres de diferentes edades, pero ya hay un buen vínculo», reconoce. Antonia es la profesora del taller de sparto picat, aunque cree que «son las alumnas las que me enseñan porque tienen una imaginación sin límites».
También se felicita por el interés que despierta este tipo de artesanía, que «nunca puede perderse».
Desde Mallorca, María acudió a la exposición para presentar las joyas que fabrica con un material que denomina «oro vegetal». Se trata de una planta originaria de Brasil que, a primera vista, parece oro. «Parece metal, pero no lo es. Cuando lo coges con la mano, ves que no pesa nada», dice.
Mercedes, aficionada a los cursos que organiza el Consell d’Eivissa, también participa en el mercado de artesanía. Desde noviembre, asiste al taller de sombreros de rebaño, un trabajo agotador que la mantiene ocupada unas dos horas al día. Se necesitan unos seis meses de trabajo para terminar uno de estos capells», dice. Cerca de allí, Nuria cuenta a un visitante cómo se recuperaron en Ibiza telares para la producción de gonela negra. Se había perdido el uso de esta lana», recuerda.
Pere Marí Casetes también lamenta que queden muy pocas personas en Ibiza que sepan hacer castanyoles pageses. Los que tiene en sus manos son de madera de cerezo, ya que la que se utilizaba antiguamente -la madera de ginbre- prácticamente ha desaparecido, y además está protegida.
Entre los muchos oficios, sa Colla des Vedrà, de Sant Agustí, también llena de música y folclore la avenida Abel Matutes, despertando el interés de los visitantes.